¿ES POSIBLE UNA NUEVA CONSTITUCIÓN CON ESTE CONGRESO?
Escribe:
Sigifredo Orbegoso Venegas
Antes de disparar se aconseja apuntar. Cierto que para muchas personas y sectores ciudadanos, consideran necesario poner fin a la Constitución fruto del autogolpe de Fujimori a fin de estructurar una de acuerdo a las nuevas realidades y tendencias vigentes. Para otros, ella calza con sus intereses económicos y políticos, por lo que se oponen al cambio. En el mejor de los casos – como acaba de decir el millonario ROQUE BENAVIDES- «habría que hacer algunos reajustes». ¿Cuáles? Otro problema. Para la CONFIEP serán unos, para los trabajadores y estudiantes otros:
Pero en uno u otro caso importa tomar decisiones. ¿Quiénes, llegado el momento, deben tomarlas? Si se trata de simples «reformas» podría ser el Congreso elegido de conformidad con los procedimientos de Título correspondiente de la Constitución. Pero si se trata de una «nueva» Constitución, tendría que ser el PODER CONSTITUYENTE convocado y elegido para el efecto.
Es perentorio señalar que para dar una nueva Constitución puede usarse dos vías: 1) Por una ASAMBLEA Constituyente como ocurrió con la Constitución del 79, y 2) Por un CONGRESO Constituyente, como sucedió con la Constitución del 33 y 93. ¿Dónde está la diferencia?
La fórmula ortodoxa, es la de elegir un PODER CONSTITUYENTE con el ´»único» fin de elaborar una nueva Constitución, cumplido el cual se DISUELVE. En el segundo caso, los Congresos que se ocuparán de la legislación ordinaria, para dar una nueva Constitución, al ser elegidos deben tener la DELEGACIÓN DEL PUEBLO, titular del Poder soberano, para elaborar una nueva Constitución. No hay Poder Constituyente sin delegación expresa. Éste que se va instalar NO LO TIENE.
Enfatizando sobre el punto que deseamos destacar, debemos decir lo siguiente: Una Constitución es PRODUCTO O RESULTADO de las tendencias que predominen en la Asamblea. En palabras simples, si ellas son de Derecha, de Centro o Izquierda, la Constitución reflejará la tendencia mayoritaria. Esto es de una lógica incontrastable comprobada históricamente. Si esto es así, entonces es FUNDAMENTAL asegurarse primero una REPRESENTACIÓN que cumplan con los cambios que se desean. De lo contrario se estará haciendo figuritas sobre la arena.
Por eso es inaplazable ganar el tiempo perdido. Imaginemos, con este Congreso fragmentado que de acuerdo a las últimas encuestas más del 50% de la ciudadanía no se siente representado, casi sin personalidades descollantes, una nueva Constitución ¿no tendría imprevisibles resultados? ¿Qué Partido tiene no digamos un proyecto de Constitución, sino algunas ideas centrales al respecto? Nadie.
Volviendo a nuestra triste realidad: tenemos que ser conscientes que el país ha vivido prácticamente sin Partidos, ante la debacle de los que un tiempo existieron. Es doloroso comprobar que todos los que llegaron al poder las últimas décadas, hoy sus PRESIDENTES SI NO ESTÁN EN LA CÁRCEL, ESTÁN PRÓFUGOS O PROCESADOS. ¡Hasta el papa Francisco, no dejó de extrañarse públicamente! Todo está por hacer y con gente nueva en lo posible. Especialmente la que no haya sido maculada por CORRUPCIÓN.
Culminando este comentario digamos los que tienen INICIATIVA para Reformar o dar una nueva Constitución, son el Presidente quien ya ha señalado no tiene interés; las Bancadas mayoritarias ya conocidas, igual, ¿ se conseguirían las firmas para que lo pida la ciudadanía? ¿Y sin resolver los problemas sobre los que ya hemos dejado constancia? Si existieran las Condiciones de organización política, se podría – creo – pedir un REFERÉNDUM CONSULTIVO para una CONSTITUYENTE, como finalmente se obvió en el caso de Fujimori, pues nuestra Constitución no tiene nada prescrito para dar una nueva.