
Escribe:
Manuel Rodríguez R.
PERIODISTA
Hace un año su esposo murió de cáncer. Aun cuando no superaba su dolor, ella falleció de coronavirus. Solo estuvo dos días en el hospital; que para ser admitida pasó una real vía crucis. Y como si fuera poco, sus tres hijos, que vivían con ella en casa, resultaron contagiados. Dos de ellos ya eran vulnerables, que reciben, desde hace mucho, tratamiento médico y psicológico por otros males. Hoy, el tercero, que se creía era el más fuerte, esta grave en el hospital, donde su madre expiró. Lucha por sobrevivir, a la espera que llegue un ventilador, que un familiar alquiló en Lima.
La tragedia se apoderó por completo de esta familia en Trujillo. El COVID-19 la destruyó por completo. Un terrible drama, que nadie o casi nadie se percata, porque cada persona lucha por su salud y su vida. No es la única, hay muchísimas familias en el Perú y en el mundo que atraviesan este difícil y desesperante trance. “Quiero desaparecer”, expresó por el teléfono la desesperada hija de la difunta, que está al borde de la depresión y que permanece aislada en su cuarto. Hace un año murió el papá, hace una semana sepultaron a mamá, con presencia solo de cuatro familiares, y hoy el hermano se debate entre la vida y la muerte en la sala del hospital.
Mamá era mujer de coraje, emprendedora, reconocida profesional, que sacó adelante a sus hijos a punta de esfuerzo y trabajo, pese a los infortunios y obstáculos. Así luchaba día a día por su vida y la de sus hijos.
La falta de una atención rápida y de calidad en el hospital fue fatal para dejar este “valle de lágrimas”. No había ventilador en el hospital, paradójicamente habían 25 que estaban malogrados desde hace un buen tiempo y para remate las camas UCI están copadas, mientras una lista de pacientes esperaba atención. Cruel situación, un drama que no es ficción, es real. Fatalidad que nunca será borrada de la memoria, salvo con la muerte.
El mundo de ahora está envuelto del drama de muchas familias. Miles de muertos y contagiados. El coronavirus del COVID-19 no ha hecho distingos. para llevar al “más allá” a sus víctimas, mientras los gobiernos se muestran impotentes para combatir el mal. El resto de los días estaremos obligados a seguir con mascarillas y protectores faciales para evitar el contagio, mientras la vacuna llega, que para muchos será una espera en vano.
Cuanto sufrimiento, dolor y cuanto llanto en la gente, la mayoría impotente para afrontar el peligro mortal. Gente que está entre la espada y la pared, que tiene que escoger entre salir a trabajar a la calle para subsistir o morir de hambre. Tanta crueldad nos ha tocado vivir, por la incapacidad del Estado para reducir las consecuencias del mal, por no haberlo enfrentado en el primer nivel de atención. Cuántos niños huérfanos, cuántas personas se van quedando sin sus seres más queridos, sus amigos, sus vecinos, etc.
El dolor fuera menor y el drama también si los gobiernos hubieran invertido en mejorar la infraestructura hospitalaria, modernizar sus equipos y laboratorios, contratar más personal, así como en investigación científica para aplicar acertadas estrategias, y así garantizar mejor atención en salud, a la que todos tenemos derecho.
El dinero que fue al bolsillo de los corruptos, y que se calcula en 30 mil millones de soles cada año, debió emplearse en la construcción e implementación de modernos hospitales. El drama causado por el coronavirus entonces fuera menor. No habría muerto tanta gente. La culpa de todo esto la tienen los malos políticos o mejor dicho los seudo políticos, que llegaron al poder a enriquecerse y legislar para enriquecer a grupos de empresarios, en su afán de acumular riqueza, a costa de la salud y la vida de la pobre gente, la más necesitada.
Los políticos deberían reflexionar. Tienen que dejar de lado intereses subalternos, deben entender que el fin supremo de la política es el interés común. Es insólito ver ahora que postulen 23 candidatos presidenciales. Esto demuestra el apetito que tiene la mayoría de ellos para llegar a palacio y administrar a su antojo las arcas fiscales. Es tiempo que los peruanos elijamos a un nuevo presidente que sea solidario, sensible a las necesidades de la mayoría, que haga un gobierno de rostro humano y declare la guerra frontal a los corruptos.
El 28 de julio del 2021 debemos voltear la página de la historia, para ingresar a una nueva etapa liberada de la corrupción. Los peruanos queremos mejores condiciones para vivir, es decir una vida digna para todos, queremos justicia social.
No queremos que más familias sigan expuestas al drama, al infortunio, al desamparo, como están ahora.
¡ Dios y la patria no deben perdonar a los corruptos ¡