SÉPTIMO ARTE/ EL CINE EN MEDIO DE LA PANDEMIA

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NOTA DE REDACCIÓN. El sábado 28 de marzo de este año, la revista SOMOS del Diario El Comercio, publica un interesante artículo sobre la industria del cine en plena crisis de la pandemia, que incluye declaraciones del trujillano Juan Castro, gerente comercial de Quechua Films, que reside en Londres. El artículo lo reproducimos en parte a continuación.

Editor EL NUEVO LÍDER.

 EL CINE EN MEDIO DE LA PANDEMIA

Revista SOMOS

Una de las industrias de entretenimiento más afectadas en estos días de cuarentena ha sido el cine. Pero ante la adversidad, resiliencia. Se ha generado un consumo más intenso de películas por streaming e incluso festivales han pasado a plataformas online. ¿Estamos viviendo una nueva era del cine?

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En la marquesina del cine Sun Ray de Jacksonville, en Florida, reza una frase que parece una broma: “Cine cerrado hasta que la vida no parezca más una película”. Sun Ray es una de las más de 400 pequeñas salas de cine independiente en Estados Unidos que han tenido que cerrar por la pandemia

del coronavirus y que no se sabe si sobrevivirá a este temporal.

Esa es una muestra del golpe al cine por las cuarentenas instauradas globalmente. En el Perú, desde que el 12 de marzo el presidente Martín Vizcarra prohibió las reuniones con más de 300 personas, varias cadenas de cine empezaron a restringir sus aforos y a separar los espacios entre butacas. Tres días después, el decreto de estado de emergencia los llevó a cerrar sus locales. Pero ante la crisis, llega la adaptación.

Desde la orilla del consumo, millones de espectadores volcaron sus ansiedades del encierro a consumir más películas de los gigantes del streaming como Netflix, Amazon Prime o Disney+. Juan G. Castro, gerente comercial de Quechua Films, comenta que ante la cancelación de importantes festivales de cine como South By Southwest (SXSW) y Cannes, las distribuidoras están concentrando sus esfuerzos en los canales online.

“Hay cientos de plataformas locales y regionales que han empezado a abrirse en estas semanas en la India, Sudáfrica, Turquía y hasta Japón, a las que ahora tenemos que dirigirnos”, señala.

Además, tomando en cuenta que las producciones también se han detenido, Castro comenta que en dos semanas la demanda por contenido aumentará. A medida que avanzan los periodos de cuarentena y las proyecciones de regresar a las salas de cine se ven más lejanas, el streaming se convierte en la única opción que tiene la industria para no dejar de trabajar. En Estados Unidos, 32 festivales de cine han firmado un “compromiso de supervivencia” que les permita proyectar las películas a través de plataformas online.

“Los festivales se alimentan de las entradas de cine y el streaming parece ser la tendencia en el corto plazo, aunque siempre pensando que será temporal”, agrega Castro. En Holanda, por ejemplo, el festival Movies That Matters ha habilitado una web donde están algunas películas en competencia. Acceder a cada una cuesta 8,50 euros y permite verla por 48 horas.

 MÁS FORMAS DE CONSUMO

A pesar de la buena reacción de directores como Fabrizio Aguilar, Héctor Gálvez y de leyendas como Mary Jiménez de liberar algunas de sus películas, y del fortalecimiento de plataformas gratuitas como Cinencuentro y Retina Latina, la crisis desatada por la pandemia ha afectado a la producción nacional.

Estrenos de obras esperadas como Canción sin nombre, de la directora Melina León, o giras internacionales de documentales como El viaje de Javier Heraud, de Javier Corcuera, han tenido que detenerse intempestivamente.

Melina León comenta que el streaming para películas que no fueron estrenadas antes en salas es “un premio consuelo”, ya que fueron creadas para la experiencia en pantalla grande.

“Una de las opciones que están evaluando las distribuidoras en Estados Unidos es proyectarlas en plataformas virtuales que ayuden a que las salas de cine independiente no quiebren”, cuenta la cineasta.

En efecto, algunas distribuidoras como Kino Lorber o Film Movement han creado plataformas para proyecciones virtuales de cine que permitan a los pequeños teatros de cine seguir proyectando películas de estreno por el precio regular de un ticket. Hasta el 50% de los ingresos irán directamente a las salas. La discusión ahora es si premios como los Óscar se adaptarán también a las nuevas reglas del juego, ya que uno de sus requisitos para aceptar la nominación de películas era que se proyectaran al menos una semana en salas de Los Ángeles. Según la Academia, están abiertos a la flexibilidad.

Sobre cómo el cine se adapta en tiempos difíciles, Mario Rivas es autoridad. Junto a Sonia Arispe, creó El Cinematógrafo de Barranco en 1988, en medio de la convulsión de un conflicto armado interno. Cuando empezaron los apagones, compraron un grupo electrógeno; cuando se fortalecieron los toques de queda nocturnos, aumentaron sus funciones vespertinas.

“El cine es necesario e inspirador. En momentos de crisis, no desaparece”, señala Rivas. En el encierro, agrega, es el arte el que permite disminuir temores y conocer más sobre el mundo.

“Al final, por más que hayamos trabajado para proyectar nuestras obras en pantalla grande y que la experiencia sea irremplazable, siempre será mejor que las personas sigan viendo películas, aunque sea desde sus computadoras, a que dejen de hacerlo”, añade León.  El cine, esta vez, también sabrá resistir.

 

 

Manuel Rodríguez



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