La palabra de BLASCO BAZÁN/ Otilia…en los amores de Vallejo

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OTILIA… EN LOS AMORES DE VALLEJO,
YA NO ES MÁS: LA EXTRAVIADA OTILIA.

Escribe: Blasco Bazán Vera

Miembro del Instituto de Estudios Vallejianos de la ciudad de Trujillo.

La dulce RITA de “junco y capulí” seguirá en el enigma de los amores de César Vallejo, pero, sería impropio y hasta innoble, olvidar a la otra damisela de nombre OTILIA, la mujer que el año 1918, intimó con Vallejo, observó y disfrutó la musculatura de ese “pobre barro pensativo”, la mujer que sintió el soplido sonoro y cariñoso de un corazón saturado de sexo, la que hizo exclamar a Vallejo:

El traje que vestí mañana
no lo ha lavado mi lavandera:
Lo lavaba en sus vena otilinas,
en el chorro de su corazón, y hoy no he
de preguntarme si yo dejaba
el traje turbio de injusticia…(Poema VI “Trilce”)

Es OTILIA, extraña mujer a quien Juan Espejo Asturrizaga amigo inseparable y biógrafo de Vallejo conoció y trató, pero negó revelar los apellidos de la misteriosa Otilia, nombrándola y perennizándola simplemente con la letra “O”.

Conocíamos que la llamada OTILIA se rindió ante la personalidad de Vallejo por lo que ella y su la familia vieron necesario que el amorío entre ambos debería culminar en el altar, es decir, en unión matrimonial, y al respecto escribe Juan Espejo que “Vallejo empezó a esquivar respuestas y a verse a espaldas de la familia con Otilia”.

También, conocíamos que Vallejo perdió su trabajo en el Instituto limeño donde laboraba como Director y que por culpa de triquiñuelas nefastas decidió formalmente abandonarlo ¿Y Otilia?, responde, Juan Espejo: “Ella, Otilia, viajó a los pocos días a San Mateo de Surco”… Y sorprendentemente Espejo, escribe: “Algo que llevaba en sus entrañas quedaría en el misterio más profundo. ¿Qué fue? ¿Qué se hizo?…nunca lo llegó a saber César”.

Ante este episodio nuestro vate escribió:

“Pristina y última piedra de infundada
Ventura, acaba de morir
Con alma y todo, octubre, habitación y encinta.
De tres meses de ausente y diez de dulce.
Cómo el destino,
Mitrado monodáctilo”… (Poema X de Trilce).

Juan Espejo Asturrizaga, nos hace conocer que Vallejo vivía en casa de una familia conocida y se alimentaba en casa de las tías de él, de Espejo Asturrizaga, que tenían un piano al que Vallejo en sus horas de angustia le extraía armonías serranas, recordaba su infancia, y dice Espejo: “el recuerdo y la obsesión por Otilia no lo abandonaba jamás, por lo que Vallejo escribió luego:

“Se acabó el extraño, con quien, tarde
la noche, regresabas parla y parla.
Ya no habrá quien me aguarde,
Dispuesto mi lugar, bueno lo malo”… (Trilce, XXXIV)

En otra ocasión, dice Espejo Asturrizaga, que cuando él y Vallejo contemplaban una mesa donde se exhibía suculentos potajes, Vallejo recordó que en una oportunidad habían estado con Otilia en ese lugar; por lo que Vallejo sintiéndose profundamente conmovido y en el revés de un programa de carreras de caballos escribió”:

“Cuanto más te ama por ausente, Otilia,
No podremos servirnos de estas aves,
¡Ah!, qué nos vamos a servir ya nada”… (Trilce, poema XLVI, modificadas todas las estrofas por el mismo Vallejo).

Pero, al fin, de la enigmática OTILIA, ahora ya sabemos sus apellidos gracias a la acuciosa investigación hecha por los vallejianos limeños Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi, quienes han dan a conocer que Otilia la que dio inicio a un idilio “apasionado, vehemente e incontrolable”, con el vate santiaguino, se llama: OTILIA VILLANUEVA PAJARES hija de Zoila Pajares Vda. de Villanueva, oriunda de Cajamarca. Bello episodio revelado.

Pero, amable lector, sobre Vallejo y sus episodios amorosos, aún hay mucho que escribir, como el sucedido, según Espejo Asturrizaga, el año 1918, donde otra enigmática mujer solicitó y se entregó “ardorosa y apasionada” a los brazos y caricias de Vallejo siendo testigo la inmensa oscuridad de una habitación limeña y por supuesto, el silencio consentido del poeta más grande del mundo; y esta es la fotografía de la dulce “O” ú Otilia Villanueva Pajares.

FOTOS:
1.- Otilia Villanueva Pajares.
2.- César Vallejo, tal como apareció en su novela «FABLA SALVAJE», publicada el 14 de mayo de 1923.

 

Manuel Rodríguez



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