JUAN, EL BEBÉ QUE FUERA ABANDONADO EN UNA AVENIDA DE LIMA, CUMPLE 50 AÑOS

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  • Tiene discapacidad congénita, no puede caminar por deformación en las piernas, pero eso no le impide vender escobas en las calles de Trujillo.
  • Fue rescatado por policías de San Isidro, que lo criaron y le enseñaron a leer y escribir. A los 29 años de edad decidió venir a Trujillo.

Cuando nació con malformaciones en las extremidades inferiores, sus padres seguramente pensaron, de manera equivocada, que era un castigo.

A los 6 meses decidieron, aprovechando la soledad de una madrugada, abandonarlo en una caja de cartón, en una de las avenidas del aristocrático distrito San Isidro en Lima. Actitud que no tiene perdón.

El bebé discapacitado, envuelto en una pequeña manta, fue encontrado por un par de policías que hacían ronda por el lugar, quienes optaron por llevarlo a la comisaría de San Isidro.

Pese a las pesquisas para ubicar a los padres del infante, fue imposible, dándole auxilio médico de inmediato y hasta hicieron una colecta para comprarle un biberón y leche para callar su llanto.

Juan, fue el nombre que le pusieron. Los policías se turnaban para darle el biberón y cambiarle los pañales, hasta que fueran ubicados sus padres. Recién cuanto tenía 4 años de edad la Policía tuvo información de sus padres. El dato era que vivían en Ica, pero ambos encontraron la muerte en un accidente de tránsito.

Día tras día, los policías de la comisaría de San Isidro se fueron acostumbrando a cuidar al pequeño Juan. Le pusieron los apellidos del papá y mamá: Huamán y Alarcón Creció y aunque suene inverosímil vivió en la comisaría hasta los 29 años, en donde le enseñaron el abecedario, a leer y escribir, hasta que decidió salir a vender golosinas y a veces escobas.

Un día dejó la gran Lima y llegó a Trujillo. Desde hace 20 años recorre las calles y avenidas de la ciudad vendiendo escobas. No sabe que día nació, pero si sabe que ha cumplido 50 años. Prefiere El Golf, California, La Merced, etc. en donde la gente no le regatea el precio de las escobas, es decir no le pide rebaja y hasta le dan propina.

Confiesa que cuando César Acuña era alcalde de Trujillo, muy cerca a la puerta de la municipalidad, vio que un joven se arrastraba vendiendo escobas. Se le acercó. “Metió la mano al bolsillo derecho del pantalón y a puño cerrado le dio una propina”, relata. “Gracias mi alcalde”, le dijo, mientras recibía palmadas en el hombro. Juan, tras voltear la esquina, quiso saber cuánto le había dado de propina César Acuña. Nada menos que 5 billetes de cien soles cada uno.Hasta ahora, cuando lo encuentra, le da su propina, dice.

“Me emocionó mucho. Pensé en los niños que necesitan más que yo. Ese dinero lo ahorré y con las propinas de otras personas le daban en la Navidad di chocolatada, panetón y juguetes, a lo que alcanza, a los niños de Alto Trujillo”, manifiesta. Eso hago todos los años. Casi nadie sabe.

Pero él va más allá, quiere contagiar su solidaridad a los trujillanos, de ahí que hace un llamado a todos para que ayuden a los niños pobres no solo en Navidad, sino siempre.

“Mi pedido es que cuando las personas lleguen al poder no roben para que haya plata para más escuelas y hospitales. Ojalá que haya un albergue para los discapacitados, sobre todo para quienes salimos a trabajar en las calles. Que no haya más indiferencia con nosotros”, expresó.

 

Manuel Rodríguez



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