Escribe:
Manuel Rodríguez Romero
Periodista
Hay que prevenir para no lamentar. Es un principio que deberíamos practicarlo; sin embargo, no cultivamos la cultura de la prevención, y reaccionamos recién cuando los riesgos son mayores.
Esta reflexión la hago ante la hambruna que se anuncia por el encarecimiento y escasez de fertilizantes, originada por la guerra Rusia-Ucrania. Las restricciones, generadas por el conflicto bélico, han agudizado la crisis alimentaria, no solo en el Perú, sino también en otros países latinoamericanos y del mundo.
El Estado, a través de los gobiernos de turno, se ha olvidado de impulsar la agricultura familiar y sólo le da importancia a la agricultura empresarial; pues de haberlo hecho no estuviéramos ahora preocupados por la anunciada hambruna, por la escasez de productos alimenticios.
La agricultura a pequeña escala, es fundamental para erradicar el hambre y la pobreza; así como garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición, a la vez mejorar las condiciones de vida, la protección del medio ambiente, etc.
La agricultura familiar predomina frente a otras modalidades. Millones de familias se dedican al agro y abastecen en conjunto a los mercados locales y regionales, a través de intermediarios que compran barato y obtienen grandes ganancias a costa de los pequeños agricultores, y, además de producir alimentos, genera empleo.
Los gobiernos de turno, en vez de apoyar a los pequeños agricultores apoyan la agricultura empresarial, que operan generalmente con fines de exportación y, al mismo tiempo y por otro lado, prefieren la importación de productos alimenticios, que pueden ser reemplazados con alimentos autóctonos y más nutritivos.
Es necesario que el Estado impulse la elaboración del humus o abono orgánico, en vez de los fertilizantes importados, que disminuyen la calidad de la tierra, afectan el medio ambiente y atentan contra la salud. El humus es la sustancia compuesta por ciertos productos que provienen de la descomposición de los restos orgánicos por organismos y microorganismos descomponedores.
En conclusión, la estrategia para hacer frente a la hambruna, que se avecina, debe ser el impulso de la agricultura familiar, con apoyo técnico, creditico, diversificando la siembra de productos alimenticios que sustituya a aquellos que son importados y que nos han impuesto en el mercado.