Saltar soga, jugar a las escondidas o con una pelota, son actividades que previenen la obesidad infantil y la falta de autoestima en los niños. El sedentarismo, consecuencia de la pandemia por COVID-19, es el cuarto factor de riesgo de mortalidad en el mundo según la OMS.
Los juegos tradicionales, aquellos que involucran el movimiento corporal, contribuyen a desarrollar habilidades motoras básicas, además de promover una vida más activa. Por ello, son una excelente herramienta para evitar el sedentarismo infantil que se ha impuesto en muchos hogares del mundo a raíz de la cuarentena.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) el sedentarismo es el cuarto factor de riesgo de mortalidad más recurrente en el mundo, muchas familias desconocen los peligros de la inactividad física, por ello se recomienda realizar este tipo de actividades desde los primeros años de vida.
La magíster Jenny Mercedes Silva Ravines, coordinadora de la Escuela de Educación Primaria de la Universidad César Vallejo, señala que, la mejor manera de prevenir el sedentarismo infantil es integrar al niño a los juegos en casa, aquellos que involucren el movimiento corporal, como son los juegos tradicionales.
“Estos juegos que quizás con el pasar de los años están siendo olvidados, pero nosotros podemos cambiar eso y hacer revivir esas épocas y ponerlos en práctica con los niños, sólo requieren del propio cuerpo de este; sin necesidad de utilizar otro tipo de objetos que limiten la actividad física del niño. Así aprenderá a ser feliz con tan poco, aprenderá a relacionarse, a ser más creativo, reír, respetar, ser más paciente; y sobre todo se va a involucrar de manera colectiva con el resto, ya que en los juegos tradicionales participa más de una persona”, enfatizó.
La especialista recomienda que estos espacios de juego integren a los padres y abuelos que pueden transmitir estas actividades lúdicas de generación en generación, con el objetivo de afianzar el vínculo con los niños en casa.
Dato
El sedentarismo infantil puede ocasionar cuadros de diabetes, problemas cardiovasculares, estrés, ansiedad y baja autoestima en niños.