Fuente: Facebook
Dra. Rosa María Cifuentes
- Periodista, escritora, especialista en comunicación no verbal, investigadora, catedrática, Coach Ontológico.
El discurso de Manuel Merino es uno de los más pobres en contenido que he escuchado en toda mi vida. Y cuando juramentó, no tenía valor ni fuerzas para mirar hacia al frente y mucho menos, hacia las cámaras del mundo. Y cuando le tocó leer todo aquello que su cargo lo obliga a respetar dentro de la constitución, no fue capaz de levantar ni un segundo la mirada y cuando expresó: “muchas gracias”, el paralenguaje (tono de voz) era totalmente bajito y nuevamente la cabeza abajo y la pésima postura. No era capaz de tener la columna recta.
Estos gestos están relacionados a la vergüenza, miedo y culpa, porque lo natural es poder mirar a las cámaras y levantar la mirada hacia el público, pero Merino no podía.
El discurso estuvo plagado de frases hechas y comunes, apelando al llamado “circunloquio” (a nivel criollo, palabreo), donde solo mencionó todas las áreas, desde donde un presidente debe trabajar. Sin embargo, olvida que todo eso que dijo se hace en un período completo de gobierno, no a cinco meses de las elecciones presidenciales. Resultaba evidente que el documento que leyó por completo fue redactado por otras personas, pero de bajo nivel cultural y en ningún momento existió conexión emocional con lo que decía; es más, se tenía que esforzar por entender las palabras que leía y eso no le ocurre a una persona preparada, que además ya ha ejercido otros cargos públicos a lo largo de los años.
Y no tiene que ver con nervios o miedo escénico; su discurso improvisado refleja solo la necesidad de cumplir con un protocolo. Sin embargo, solo cuando miró hacia el palco donde al parecer se encontraban sus familiares, Merino levantó el rostro, sólo en ese momento, donde al parecer, se sentía especial por pasar a la historia (no importa la forma) es que este Sr fue libre en sus emociones y el tono de voz fue sostenido.
El Sr Merino no podía usar las manos, necesitó apoyarse todo el tiempo y fue súper interesante notar como sus gestos patógrafos delataban lo que realmente piensa. Expresó: “Hoy la población nos mira con mucha expectativa y a la vez, con mucha preocupación”; y en ese instante, su dedo pulgar de la mano derecha se fue hacia abajo (se escondió) y esto denota, que tiene claro que no dice la verdad, porque la mayoría de pobladores lo que le está demostrando es rechazo y desaprobación y me hizo recordar los gestos de Nixon, cuando ante los escándalos que vivió, también escondía las manos, apoyándolas en el atril. Recuerden que cuando alguien expresa veracidad y está cómodo, usa las manos, no las esconde y mucho más, si se trata de un personaje que hace política hace ya buen tiempo.
El Sr Merino cumplió el protocolo, siguió el guión y al parecer, no tiene claro que solo estará 5 meses y el resto de congresistas, mostraron también gestos de nervios, miedo, vergüenza y claro, cinismo. Y considero que muchos ya están pensando que, al ser parte de este congreso virulento, será difícil que logren regresar y para muchos, será el fin de su carrera política.
Miradas esquivas, silencios cómplices, secretos que se huelen en un complot histórico. Ninguno aplaudió a Merino de manera afectuosa y notaba manos caídas (siempre hacia abajo), que surge en gente que realmente siente que ocurre algo bochornoso (algo incorrecto), porque si fuese algo democrático, como los señores congresistas dicen, esos aplausos se habrían dado con las manos a la altura del pecho.
El Sr Merino posee además problemas para vocalizar una oración completa, sin mirar el papel y por momentos, no se comprende lo que dice. Los nervios encima y también, la certeza de que vive el rotundo rechazo de la población.