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El cantautor chileno Víctor Jara le marcó su vocación por el arte, cuando en 1973 actuó en el Municipal, dos meses antes de morir asesinado, tras el golpe militar contra Salvador Allende.
Escribe:
Manuel Rodríguez Romero
Periodista
Víctor Jara en julio de 1973, dos meses antes de ser asesinado de 44 balazos el 16 de setiembre, 5 días después del golpe contra Allende, llegó en gira por el Perú invitado por el Instituto Nacional de Cultura (INC). En Trujillo ofreció un concierto de música popular en el teatro Municipal.
El director teatral y cantautor chileno subió al escenario del teatro Municipal con su poncho rojo y su guitarra. Los aplausos del público surgieron solos. Durante el concierto cantó: Plegaria a un labrador, Deja la vida volar, El derecho de vivir en paz y otros.
Entre el numeroso público, que copó el Municipal, estaba muy atento en escuchar las canciones de Víctor Jara, un adolescente que cursaba el tercero de secundaria. Las canciones arrancadas de las raíces del alma del pueblo lo impresionaron. «Quiero ser como el de poncho rojo», exclamó para sí mismo.
El jovencito, que tenía la ilusión de ser alguien que deje huella, horas antes había escuchado cantar a Víctor Jara en una actuación exclusiva para trabajadores de la Dirección Departamental de Educación, al que fue llevado por su hermana Florinda.
WILLIAMS LÓPEZ O RASU ÑITI
El joven espectador del concierto, que en su primaria había incursionado en el canto coral en San Pedro de Lloc, era -y es- Williams López, consagrado hoy en el mundo del arte y la cultura, más conocido por su nombre artístico: Rasu Ñiti.
Según recuerda, de niño soñaba tener un circo, para borrar la tristeza de los niños humildes. Antes quiso ser gimnasta y practicó saltos mortales, que el público aplaudía en su natal Huamachuco.
Este es el comienzo de Williams López, cargado de ilusiones como la de cualquier otro niño. Hoy, no es gimnasta ni dueño de circo, sino un extraordinario cantautor y promotor de arte, que ha recorrido el Perú y países de América Latina y Europa. Descubrió su vocación y pasión marcado por la calidad y la fuerza interpretativa de Víctor Jara, hace 50 años.
Williams López, que es oriundo de Huamachuco, la tierra del “agua de los pajaritos”, recuerda que muy niño fue llevado por sus padres a vivir en San Pedro de Lloc, al norte de Trujillo. “Este traslado cambio mis sueños, pero no la ilusión de ser alguien grande, que deje huella”, declara.
En el tercer año de primaria el profesor de música decide convocar a niños de la escuela para formar un coro. Se inscribió para integrar el grupo. El profesor Ovidio Alva Ríos ve en él excelentes cualidades para el canto. “Me fascinó desde entonces el canto coral y es cuando decido practicarlo con intensidad”, señala. Éramos 20 niños los que formábamos el coro de la escuela. Fue una extraordinaria experiencia y el inicio de una larga carrera en el arte.
Al llegar a Trujillo, Williams López caminó las calles de la ciudad en busca de un lugar donde aprender música. Alguien le aconsejo que vaya al Conservatorio Regional de Música del jirón Independencia, donde se relaciona con grandes maestros de la música y teatro. Largas horas pasó en el conservatorio “Carlos Valderrama”, más tiempo que en su casa, refiere.
Es ahí donde empieza a descubrir su talento. Tras matricularse en música, también lo hizo para aprender a tocar piano y hacer arreglos musicales. Y como si esto fuera poco, estudio luego ballet y teatro. Un artista integral, fundamental para ser reconocido en el mundo de la cultura, demostrado en conciertos de calidad como, por ejemplo, el extraordinario “Vallejo canta”, en el que con mucha calidad interpreta y canta poemas del vate acompañado del piano, que el mismo lo toca.
Cuando ingresó a la Escuela de Arte Dramático “Virgilio Rodríguez Nache” conoce a los maestros José Blas Luján y Jacinto Bazán Odar. Ellos le invitan a participar en la obra “Lección de Historia” y encarna a los personajes el minero y Túpac Amaru. Este fue su inicio en el teatro.
* Víctor Jara, referente internacional de la canción popular. Hace 50 años fue asesinado en Chile, a raíz del golpe contra Allende.
Pero fue el cantautor y director de teatro chileno Víctor Jara, quien marca el compás de su vocación. Fue cuando Jara, referente internacional de la canción popular, llega a Trujillo para actuar en el Municipal.
“Fue un privilegio escuchar a Víctor Jara en una actuación para trabajadores de la Dirección Departamental de Educación. Me llevó mi hermana Florinda López”, confiesa. Era la primera vez que veía a un cantante popular de la talla de Jara, que le puso música a los poemas de Pablo Neruda.
Años después, en 1998, Williams López hizo un homenaje al famoso cantautor chileno Víctor Jara y Violeta Parra. En ese concierto estrena su canción “Hombre nuevo”, que tuvo gran aceptación popular.
Williams López desde sus inicios en el arte encarnó el coraje de Rasu Ñiti, personaje del cuento “La agonía de Rasu Ñiti” de José María Arguedas, que es un célebre bailarín de tijeras, a quien a las pocas horas de avisarle que iba a morir utiliza las pocas fuerzas que le quedaban para danzar mientras agoniza.
Esta actitud, narrada en el cuento, nos trasmite un gran mensaje que es la lucha tenaz de la cultura por no desparecer. Y esa, es la actitud de Williams López, incansable luchador por el arte y la cultura ancestral.
Hubo un momento en que Williams López reflexiona y se da cuenta que el arte es poco difundido, no hay apoyo. Esta desazón le hace pensar en abandonar el teatro y el canto. “Me equivoqué de profesión?, se preguntó. Piensa entonces dejar el arte para dedicarse a su profesión de administrador de empresas.
En busca de un mejor horizonte viaja a Lima. Al trabajar en la producción artística en la Feria del Hogar, le invitan al teatro Segura para participar en la selección de artistas para asistir al XII Festival Mundial de la Juventud de Estudiantes de Moscú (1985). “Gané un cupo y fue un orgullo, con Susana Baca, integrar la delegación de 120 peruanos, y en Moscú recibir uno de los 7 premios para extranjeros”, relata.
Con ese galardón Williams López o Rasu Ñiti se queda en Europa a desarrollar su trabajo artístico. Por esos lares se aprecia más el arte. Durante un año recorrió Europa. Actuó en Suecia, Alemania, España, Estados Unidos de Norte América y luego en Ecuador, México, etc.
Williams López afirma que “un artista tiene que buscar su propio camino, como él lo ha hecho, buscar su propio apoyo, ser promotor de uno mismo, pues nadie te llama, y no esperar que el municipio o el Estado te dé, porque para el arte si hay espacio, hay mucha gente que le gusta”.
En Perú hay mucho talento artístico, que se desarrolla muchas veces gracias a estímulo familiar y al apoyo de entidades privadas, en algunos otros casos. El Estado esta casi ausente en el arte. Esperamos que esto cambie, señala.
Williams López tiene otra faceta. Aparte de cantautor, pianista, actor, es escritor y autor del libro “La danza de los espíritus”, con historias de experiencias paranormales, que son relatos o vivencias de familia basados en la premonición, que no es ficción. Este libro fue presentado en la Feria del Libro en Lima y ha dado mucho que hablar en círculos literarios del país y el extranjero por lo singular de su contenido.