MANUEL RODRIGUEZ opina/ / El caso Nayib Bukele

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Por:

Manuel Rodríguez Romero

Periodista

El país más pequeño del continente: El Salvador ha sorprendido a la comunidad internacional por constituirse, luego de un arduo trabajo de 4 años, en el que tiene mejor índice de seguridad ciudadana de América Latina. El protagonista principal de esta gesta es su presidente Nayib Bukele.

Nadie puede negar, ni siquiera sus radicales opositores, que El Salvador es otro país, muy distinto de aquel azotado por el crimen. Era un país con mucha violencia, terrorismo; era un país sin libertad y sin esperanza. Una labor titánica lo ha convertido en un lugar de paz, como sueñan otros países de Latinoamérica.

Los delincuentes tenían sus tentáculos en todo el estado salvadoreño, pues las pandillas (sicarios, extorsionadores, etc.), controlaban hasta quienes visitaban a una familia. Estas pandillas eran las más grandes y estructuradas del mundo, según las propias palabras de Nayib Kukele, durante el cuarto aniversario de su gobierno. Hoy la gente camina en las noches por las calles y salen a los parques sin ningún miedo.

Los delincuentes llegaban al extremo de negociar, para que las cárceles sean prácticamente prostíbulos, desde donde también ordenaban extorsiones y asesinatos. Es más, los políticos y los partidos negociaban con las bandas delictivas o las pandillas para lograr más votos y ganar la elección.

Cuánto dinero se gastaron los gobiernos, antes del presidente Nayib Bukele, haciendo diagnósticos y estudios que no funcionaron. Los gobernantes no podían tomar decisiones, porque tenían que rendir cuenta a sus financistas de campaña.

El gobierno de Bukele, en base a voluntad y decisión, cambió el viejo sistema político y le arrebató el control del gobierno a los delincuentes. Depuró el sistema judicial y Ministerio Público y renovó la Asamblea Legislativa (Congreso).

En base a un duro trabajo y poniéndole mucho corazón, se pudo derrotar a la delincuencia organizada, pese a no tener los grandes recursos de otras naciones. Los involucrados en la guerra contra las pandillas, hacían su labor con lealtad y convicción.

Pero para Bukele, aún falta mucho por hacer, para dar bienestar y felicidad al pueblo salvadoreño, por eso anunció otras medidas radicales: Reorganización política administrativa del estado, reduciendo las alcaldías de 262 a sólo 44, y la Asamblea Legislativa a 60 diputados, y guerra frontal a la corrupción, con cárceles para servidores estatales y empresarios corruptos.

Bukele señaló que la corrupción, que tiene tentáculos en todos los niveles, afecta todas las áreas de la vida, pues los corruptos no dejan invertir en bien de la gente y generan subdesarrollo, es decir pobreza.

¿El gobierno peruano decidirá hacer igual que en El Salvador?  

Manuel Rodríguez



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