Escribe:
Sigifredo Orbegoso V.
No podemos confundir los muertos que son la consecuencia desgraciada de una guerra o de una revolución, con un crimen político generalmente alevoso y calculado dispuesto por un gobernante sociópata. El tema cobra actualidad luego de escuchar al aún presidente Trump, proclamar con arrogancia patológica haber «ordenado matar al General iraní Soleimani».
Asesinato realizado en la forma más cobarde, con un dron y con una emboscada de por medio como agravante. Pues, en efecto, el mismo irascible mandatario había pedido al Primer Ministro de Irak, que lo invitara con el objeto de interponer sus buenos oficios para que Irán bajara las tensiones con Arabia Saudita, Estado protegido por USA.
Es decir se tendió una trampa, para su segura ubicación y a SANGRE FRÍA SE LE ASESINA al General que por su prestigio su muerte a unido más a la convulsionada Región del Oriente Medio. Hecho que no ha estado en los cálculos del Presidente artero.
Hay gente que ignora que la guerra con todos sus horrores, tiene sus REGLAS señaladas por Tratados, Convenciones y por el Derecho Internacional, de acuerdo a los cuales existen los CRÍMENES DE GUERRA. Los Juicios de Nuremberg, después de la II Guerra Mundial, constituyen un ejemplo de lo dicho.
Luego han venido otros que no es necesario enumerarlos. Lamentablemente en estos momentos los Organismos Internacionales como la ONU con su Consejo de Seguridad y otros entes de Jurisdicción Penal Internacional, si no están dominados por EE.UU, se muestran impotentes ante la avasalladora agresividad imperial de un Jefe de Estado que se siente todopoderoso ante la posesión de la archimillonaria Industria bélica fomentada para la conquista.
Es decir nuestra civilización está deslizándose por una pendiente sumamente peligrosa. Lejos de consolidarlos, se abandonan las formas regidas por NORMAS JURÍDICAS DE CONVIVENCIA internacional, para caer en el uso y abuso de la FUERZA basada en el Poderío Militar donde los Estados pequeños o débiles se ven SOMETIDOS por las grandes potencias que solo buscan proteger sus intereses.
Pues no hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta que desde hace tiempo EE.UU desplaza a miles de soldados, portaaviones e instala bases militares en los países que les son obsecuentes para estar en condiciones de dar zarpazos y apropiarse de las riquezas naturales de países como los del Oriente Medio son ricos en PETRÓLEO.
Con este malhadado objetivo no le importa inventar pretextos y alentar rivalidades RELIGIOSAS que desafortunada e históricamente existen en la indicada Región.
Pero este es un juego sumamente peligroso que se puede salir de las manos y envolver al mundo en una guerra de imprevisibles consecuencias.