

Por:
Karina Rodríguez Escobal
Escritora
Dicen que las oportunidades aparecen solo una vez y, efectivamente, no lo dudé cuando me propusieron conocer un lugar de nuestra serranía que, no está muy lejos en realidad, sólo que en medio de ello había un reto: conducir por dos horas y algo más desde Trujillo.
A pesar del miedo que ya empezaba a invadirme, acepté pues asumí que sería un aprendizaje muy importante en mi vida. Gracias a aquella persona que siempre estuvo a mi costado orientándome, dándome calma y también algunos “jalones de orejas”. ¡Gracias por ello!
Y así pude conocer uno de los parajes más bellos de nuestra serranía liberteña: Usquil, el balcón del cielo. Tiene un mirador maravilloso desde donde se aprecia a través de una impactante vista los lugares aledaños como Chunguit, Naubamba, Huayobamba, Huaranchal y Chuquizongo.
Estar allí me llenó de un sentimiento indescriptible, era lo que había esperado por mucho tiempo. Ráfagas de viento llegaban a mi cara, es una experiencia inolvidable. La naturaleza inspira a dejar fluir nuestros sentimientos, nuestros pensamientos. Realmente es un escenario de ensueño.
Estuvimos algunas horas allí y luego enrumbamos hacia otro lugar, cercano en el que se voceaba, realizarían algunas actividades cortas por ser su fiesta patronal.
Una extensa pampa y unos faroles iluminaban el camino escalonado hasta llegar a una roca, en la que se encuentra impregnada la imagen de Cristo crucificado.
“El Cristo de la peña” reunió a algunos pobladores que, motivados por su fe, se disponían a llevar a cabo las actividades.
Definitivamente no concentró a demasiadas personas como en años anteriores, pues el estado de emergencia en el que aún nos encontramos, les privó de realizar la festividad como se debe. Pese a ello, la alegría se dibujaba en los rostros de sus habitantes. Los cohetes, los rezos, la banda y la pequeña procesión fueron sinónimo de ello.
El deporte al cual están acostumbrados, no pudo faltar el domingo pues el día anterior fue suspendido por la presencia de efectivos del orden que, justamente debían impedir estas actividades.
Este pequeño lugar es muy acogedor, la energía que se desprende de él alimenta el alma. Me sentí maravillada al observar el paisaje serrano; muy temprano el sol aparece. Salí al patio y en medio de las ramas algo secas de un pequeño árbol, una flor hermosa, de mi color favorito resaltaba.
Aproveché el momento para captarla con el lente de la cámara de mi móvil, mientras Francisca alistaba la mesa para desayunar. Qué vigor que tiene aún. A pesar de los años que lleva, mantiene una chispa destellante de gracia. Ella es amable, bromista y también muy sentimental; encierra tantos recuerdos y un cariño enorme por aquel a quien quiere como a su propio hijo.
Antes de viajar de regreso, alistó papas, chicha, maíz y bizcochos para mí. -¿Cuándo regresas?-me preguntó. No lo sé, quizá pronto – le respondí. Nos despedimos con un abrazo y me quedé con la imagen de sus pequeños ojos tiernos, su figura encorvada y su cabello algo cano.
AGREGADO DEL EDITOR
BREVE RESEÑA
El 29 de junio de 1555 fue fundado como pueblo con el nombre de San Pedro y San Pablo de Usquil, por Marco Pérez y fray Juan de San Pedro. A Usquil se le dio el título de villa por Decreto del 9 de noviembre de 1839, confirmado por Ley del 27 de octubre de 1827. Se le hizo villa por su fidelidad a la causa de la independencia y de las leyes, así como por sus progresos cada vez mayores en población, civilización e industrias.
Durante el gobierno del mariscal Ramón Castilla, por Ley del 2 de enero de 1857, Usquil fue elevado a la categoría de distrito perteneciendo a la Provincia de Huamachuco, hoy llamado Sánchez Carrión. Desde abril de 1861 pasó a ser distrito de la nueva provincia de Otuzco.(Wikipedia)