Escribe:
Manuel Rodríguez Romero
Periodista Colegiado
Esta historia la escribo, porque hoy al pasar por la cuarta cuadra de la calle Gamarra, me trajo gratos recuerdos de mi ex centro de labores. Me refiero al diario La Industria, cuando se hacía periodismo casi puro y pasional. Casi 25 años de mi vida permanecí en él.
En la esquina con Independencia estaba, y esta aun, la tienda de los hermanos Varas; en la otra esquina la Academia Pre Universitaria Ingeniería, en el inmueble que años antes había sido sede del Banco de la Nación. Tenía dos ingresos uno por Gamarra y el otro por Independencia.
En este inmueble se acrisoló la idea de fundar la que debió ser la primera universidad privada en Trujillo, pues por entonces solo existía la Universidad Nacional de Trujillo (UNT), a la cual postulaban más de 3 mil jóvenes para luchar por una de las 800 en concurso.
Este inmueble es histórico. Ahí se forjaron miles de jóvenes para tentar su ingreso a la universidad y muchos lo lograron, pues el 60 y 70 por ciento de postulantes de la “Ingeniería” ingresaban a la UNT. Pero a la vez, ahí se anidó la esperanza de la nueva universidad. Un día de 1988 los alumnos le pidieron a César Acuña que los ayude a concretar sus sueños. Acompañados de sus padres, decidieron salir con pancartas a las calles, para pedir el apoyo de la prensa y del pueblo.
Antes, el 15 de mayo de 1980, hace 42 años, fue expedida la RDS N°0335-80, que autorizaba el funcionamiento de la academia pre universitaria “Ingeniería”. Empezó el primer ciclo con 48 alumnos, luego tuvo 96, 204, etc.; en 1984 matriculó mil alumnos y en 1986 más de 3,500. Un récord.
La academia “Ingeniería” fue el germen para que en 1991 César Acuña funde la Universidad César Vallejo. Por eso se dice que si no hubiera existido la “Ingeniería” no existiría la universidad, constituida hoy en la más grande universidad, en cifras y en calidad. Miles de jóvenes concretan su sueño de ser profesionales y contribuyen a la prosperidad de sus familias y la sociedad.
El artífice de esta proeza fue un hombre que no se equivocó al pensar que la pobreza se derrota con educación y él y su familia ya lo había logrado. Ese hombre es César Acuña Peralta, reconocido por el Gobierno Regional de La Libertad, cuando era presidente Homero Burgos, y por el Congreso de la República, por haber contribuido al desarrollo de la educación superior en el Perú.
Conocí a César Acuña, hace 38 años, cuando empezaba su exitosa carrera empresarial, luego de crear la Academia Pre Universitaria “Ingeniería”. Fue en l983 cuando, por coincidencia, llegamos a la pollería Los Ficus de propiedad de mi amigo “Lucho Barrios Trujillano”, que funcionaba en la Av. España esquina con Av. Mansiche.
Fue el inicio de una larga amistad. Tenía, como hasta ahora, mucho carisma, muy amigable, sencillo y solidario, que irradiaba confianza a primera vista. Se vislumbraba como un emprendedor por su visión, pues todo lo que quería hacer lo planificaba y se establecía plazos para cumplir sus metas.
Cuando la Academia Pre Universitaria “Ingeniería” funcionaba en el ex inmueble del Banco de la Nación, organizaba el Concurso Regional de Matemáticas, para estudiantes de 4to y 5to año de secundaria. La Industria difundía la realización del exitoso concurso.
Fue también el creador de los simulacros de exámenes de admisión a la universidad. El y sus colaboradores más cercanos elaboraban el banco de preguntas, para aplicar la prueba a los alumnos de la Academia Ingeniería, como paso previo para postular a la Universidad Nacional de Trujillo.
Las pruebas eran impresas en mimeógrafo por su secretaria Matilde Padilla. En ese entonces el 70% de los alumnos de la Ingeniería ingresaban a la UNT. Era la más reconocida, que tenía alumnos que llegaban de todo el norte del país.
César Acuña otorgaba becas y medias becas a los alumnos de escasos recursos económicos y beca cero a los alumnos procedentes de Tacabamba (Cajamarca), su tierra natal. Ningún alumno de Tacabamba, debía pagar pensión. Esa fue la “orden” que dio.
Para hacer realidad la universidad que Trujillo necesitaba, se rodeó de experimentados y prestigiosos docentes universitarios, que elaboraron el proyecto de ley para presentarlo al Congreso de la República.
La prensa, por su lado, se hizo eco del clamor. El diario La Industria, el más antiguo e influyente de la época, fue el que más apoyó la iniciativa de César Acuña. No fue fácil lograr la creación de las Universidad César Vallejo.
César Acuña encarnó el clamor de los padres y estudiantes y no los defraudó. El 12 de noviembre de 1991 la ciudad de Trujillo fue una fiesta. Se logró crear, mediante ley, la UCV y con ella renacía la esperanza en miles de jóvenes, que querían una profesión universitaria. Los padres y alumnos de la Academia salieron a las calles, esta vez, para festejar.
Desde entonces la UCV empezó a democratizar la educación universitaria en el Perú. Miles de alumnos procedentes de hogares humildes, principalmente del norte del Perú, accedieron a ella para lograr el sueño de ser profesionales.
Los Premio Nobel de la Paz, que llegan invitados a cada aniversario, la consideran como la universidad inclusiva, por ayudar a los hijos de familias humildes a forjar una carrera profesional en base a una formación de calidad.