Escribe:
Manuel Rodriguez Romero
Periodista Colegiado
Les conté, que antes de ir a trabajar a La Industria, tuve una corta estadía laboral en radio Sudamericana, a la que incursioné en 1971 para conducir un espacio mañanero de música, de 7 a 8 de la mañana, al término del cual iba a mis clases universitarias en la Facultad de Letras y Educación, a tres cuadras de donde funcionaba la radio (jirón Pizarro, edificio Jacobs). Poco a poco la radio me iba seduciendo, era y es un medio maravilloso. Ingresé a planilla el 2 de marzo de 1972. Por entonces en Trujillo solo había 8 emisoras en amplitud modulada (Trujillo, Libertad, Universo, Primavera, Sudamericana, La Hora, Ondas del Norte, Heroica), aun no aparecían las de frecuencia modulada. Mis padres: Eleodoro y Graciela, que vivían en Otuzco, era mis fans principales, pues todos los días me escuchaban y era, a fin de cuenta, una forma de comunicarme con ellos, ya que no había otra de manera rápida, sin teléfono y celular.
Pronto hice amistad con Jorge Cabrera Pecherres “Salud Manito”, director del programa deportivo “Eventos Deportivos”, que se propalaba de 8 a 9 de la noche. Pedro Luján era el operador de la consola, Américo Sánchez Mimbela, a quien sus amigos le llamaban “Meco”, era voz y oídos de Laredo, era el comentarista. También estaban Manuel Bozeta, Fidel Ravello, Mario “Lenteja” García y otros. Jorge Cabrera me invitó a integrarme al personal del programa y me convertí en la voz comercial, por lo que tenía que leer los anuncios de los auspiciadores. Los domingos se trasmitía los partidos de fútbol desde una cabina del estadio Mansiche. “Salud Manito” narraba los partidos y yo era la voz comercial.
Cuadra 5 del jirón Pizarro, pasando iglesia La Merced, esta el edificio Jacobs en donde funcionaba ex radio Sudamericana.
En esa época para que los oyentes escuchen la transmisión de los partidos de fútbol, cuyos protagonistas eran Los Diablos Rojos de Chiclín y Carlos Mannucci, se tenía que tender un cable, varias cuadras, desde un teléfono de la cabina de transmisión del Mansiche hasta la consola, que estaba en los estudios de la radio (Pizarro cuadra 5), a fin de que saliera la señal al eter y retornar a los receptores de los aficionados.
Lo que nunca me imaginé. Una tarde me encontré por la Plaza de Armas con don Antonio Martínez, administrador de Panamericana Televisión. Me invitó a grabar una publicidad para el canal. Se trataba de la presentación y despedida de una novela que se difundía por meses, gracias al auspicio de una conocida textilería de la calle Bolívar. Esta novela era nada menos que “Los hermanos coraje”. A mis 21 años, no imaginé que mi voz sería escuchada por miles de televidentes. Muy nervioso entré a la cabina, cuya señal para grabar era un foco rojo. Lo hice y fue aprobada. Don Antonio me pagó 50 soles, que por entonces era plata, por ese “trabajito”. Luego grabé la presentación y despedida del programa deportivo “Caravana Deportiva” que dirigían los grandes periodistas deportivos de entonces Elder Lázaro Villacorta y Samuel Cabrera Arqueros, que se difundía en radio Libertad.
He sido invitado en varias ocasiones a comentar temas de coyuntura por el programa Cobertura Total de Diplomat Radio , que dirige Luis Carbajal.
Lo que les cuento son detalles de mis inicios de comunicador, que no tienen mayor trascendencia, pues son cosas nimias. Lo rescato porque, como digo en el título de la crónica “la vida es sueño”, cuando cursaba la secundaria, ensayaba en mi casa voces de reconocidos locutores, leyendo textos o dando la hora o gritando gol, como si estuviera en una radio, cuando ni soñaba ni pensaba que años más tarde iba a trabaja en ella. No sé cuándo me fue inoculada la afición de comunicador o tal vez la lleve en la sangre, aunque no tengo antecedentes familiares que me den una explicación.
Creo que si no hubiera sido despedido de la radio en 1973, por formar un comité sindical, hubiera seguido en ella o en otra radio y no hubiera trabajado en La Industria, a la que considero mi “universidad”, donde me quedé casi 25 años, empezando desde redactor policial, pasando por otros cargos y llegar a jefe de redacción, diez años, y finalmente director encargado (1995). Fue otra linda y larga historia.
Pero estando en el diario La Industria, hacía de presentador de ceremonias en mis primeros años y en 1980 volví a la radio, esta vez a Heroica, que tenía sus estudios en la calle Diego de Almagro. Pedro Borja era el jefe de programación de la radio. En una tarde de relax conversamos en emitir un noticiero radial. Me gustó la idea. Le puse por nombre El Reportero RH, del cual fui el director y me acompañaban Pedro Borjas, Sussy García y “Goyito” Ortiz, que también trabajaban en La Industria, y Rolando González Pulido, que había sido mi alumno en el Instituto Superior de Periodismo Carlos Uceda Meza”. Hacíamos un periodismo de “contra punto”, serio y responsable, un periodismo puro.
En la actualidad soy comentarista del sexagenario y prestigioso radioperiódico “La Voz de la Calle” de radio Libertad, que se trasmite en cadena con Diplomat Radio y CAPE Voz de Otuzco. Hace más de un año fui invitado como tal por su director Carlos Burméster Landauro. Recuerdo que mi padre, a la hora del almuerzo familiar, nos hacía escuchar religiosamente el programa de noticias. Por entonces no terminaba la secundaria en Otuzco.
No sé si la radio me persigue o yo persigo a la radio. Digo esto para tratar de explicar esta conexión que permanece latente. Desde el año pasado reporto para la red internacional de radios y medios virtuales de América y Europa, que se denomina SIR (Sistema Informativo de Radios y Medios Virtuales) a la que me invitó mi amiga y colega Geomar Pacheco, de reconocida trayectoria profesional, que laboró en Expreso, Canal 7 del Estado y otros tantos medios del Perú y el extranjero. También lo hago, desde hace poco, para la novísima Cadena Popular, que agrupa a emisoras y medios nacionales, que dirige Francisco Ugarteche y que integran otros dos grandes periodistas César Quincho y Nivardo Córdova. Como se ve, la radio sigue en mí, alternando con el periodismo escrito.