Escribe:
Manuel Rodriguez Romero
Periodista Colegiado
El escritor español Pedro Calderón de la Barca escribió la obra de teatro “La vida es sueño”, estrenada en 1635, que trata sobre la dualidad entre la realidad y el sueño. Esta frase me vino a la mente hace pocos días del mes de marzo, al cumplir 50 años de ejercicio periodístico. Recordé que quien nos habló de Calderón de la Barca fue mi profesor de Literatura Guillermo Quevedo Gálvez, en la secundaria.
Me puse a reflexionar sobre esta frase célebre, al cumplir también hace tres meses, siete décadas de existencia, que me llevó a recordar otra frase célebre: “como decíamos ayer” de Fray Luis de León, que pronunció en su primera clase, tras pasar 4 años de ausencia, para dar a entender que el tiempo no ha corrido.
Para mí el tiempo recorrido, con altas y bajas, alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, porque así es la vida, se ha detenido. Frescos están los recuerdos de niño, joven y adulto, pero, sobre todo mi paso por el periodismo, que es la razón de mi vida profesional, carrera que abrazo con pasión y perseverancia, aun cuando ya he bregado 50 años en ella.
Como si fuera ayer, recuerdo que en el mes de marzo de 1972 empecé a trabajar en lo que más me gustaba y me gusta. Fue en los noticieros de radio Sudamericana. Por entonces hacía mis “pininos” de periodista alternando con mis estudios universitarios de Historia y Geografía en la Facultad de Letras y Educación de la UNT, que estaba en la cuadra 2 de Gamarra. La radio sigue siendo una maravilla hasta hoy, que ni siquiera la internet lo ha desplazado como a otros medios tradicionales.
Mi paso por la radio duró sólo 15 meses. En julio de 1973 cubrí por concurso una vacante de redactor en el diario La Industria. Fui asignado a la sección Locales, donde mi jefe de informaciones era el recordado y excelente periodista Felipe Apaza. El jefe de Redacción era Guillermo Miranda, que después llegó a ser director del diario.
A mis 22 años no podía creer que trabajaba en La Industria, diario que a los trujillanos no les faltaba y que compraban muy temprano, al igual que el pan. El diario era como el pan de cada día. En los hogares trujillanos no podían faltar ni el pan ni el diario.
Me parecía un sueño. Estaba como pez en el agua, como se dice en el argot popular. No sólo redactaba, luego de salir a la calle a la caza de las noticias primicia, que guardaba bajo 7 llaves, hasta verlas publicadas al día siguiente. Por entonces había mucho celo, entre colegas, por las primicias, eran exclusivas. El premio era que la primicia lleve tu crédito (nombre).
Sin presagiar que años más tarde sería periodista y sin soñar que iba a trabajar en La Industria, ingresé a la casa editora una y hasta tres veces a dejar unos datos de mi equipo de fútbol de mi barrio Santa Rosa de Otuzco, para su publicación en la muy leída columna “Sateloides” del vespertino Satélite. Hablé con el jefe de Deportes Elder Lázaro, que me derivó al redactor de la columna René Sanguinez, ambos que en paz descansen. Años más tarde sería colega y amigo de Elder Lázaro, periodista muy apreciado por sus lectores, por su estilo tan propio de comentar las cosas del deporte.
Mi debut en La Industria fue la publicación de un artículo, que por coincidencia estaba relacionado a mi natal Otuzco. El jefe de Informaciones me comisionó ir a la Prefectura, a donde debían llegar las autoridades otuzcanas para hacer algunas gestiones. La nota la enfoque con las declaraciones del alcalde de entonces Manuel Mazabel, que fue publicada tal cual, con dos pequeñas correcciones. Sentí un gozo especial ver que mi primera nota había sido publicada en el diario. La alegría era como cuando de escolar uno se sacaba 19 de nota. Era y soy cuidadoso en la redacción de textos. Nací para escribir más que para hablar, pues habló muy poco o lo necesario, pues más me gusta escuchar y escribir.
Con mi colega y difunto amigo Alejandro Cosamalón en plena faena periodística en aeropuerto de Huanchaco con ministros del gobierno militar de Velasco, en 1974.
Mis primeras entrevistas mas destacadas fueron hechas a varios ministros del presidente Juan Velazco cuando llegaban a Trujillo. Los generales Valdez de Agricultura, Hoyos de Alimentación, Mercado Harrín de Relaciones Exteriores y otros. En el 76 entrevisté en Salaverry al Presidente Francisco Morales Bermúdez, que derrocó a Velasco el 29 de agosto del 75. Pero también a Omar Torrijos y Nicolai Ciausescu, presidentes de Panamá y Rumanía, que llegaron, en diferentes épocas, a Casa Grande, invitados por el gobierno peruano a conocer las bondades de la industria azucarera de las cooperativas agrarias, surgidas con la reforma agraria de Velasco. Pero también a la primera mujer astronauta la rusa Valentina Tereshkova que visitó Trujillo.
Lo que les relato es sobre mi experiencia inicial de periodista (hasta 1974). Qué recuerdos y qué alegría que vuelvan a mi mente esos recuerdos. Es como si fuera ayer, o tal vez una realidad que hoy parece un sueño.
