COMENTARIO/ ¿Qué hacen las Beneficencias en tiempos de pandemia?

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 COMENTARIO

¿Qué hacen las Beneficencias en tiempos de pandemia? 

Escribe:

Manuel Rodríguez Romero

Periodista Colegiado

Las beneficencias públicas en tiempos de crisis o emergencia, como en este caso de la pandemia por el COVID-19, deben jugar un rol fundamental con acciones de ayuda humanitaria a los niños y ancianos en estado de precariedad y vulnerabilidad, en otras palabras, a los más humildes.

Durante el estado de emergencia, de la cual aun no salimos y aun no saldremos a corto plazo, estas entidades, que pertenecen al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, como se dice en el argot popular, han desaparecido del “mapa”.

¿Cuál es la finalidad de las Sociedades de Beneficencia? Las Sociedades de Beneficencia tienen como finalidad prestar servicios de protección social de interés público a las niñas, a los niños, adolescentes, mujeres, personas con discapacidad y personas adultas mayores que se encuentren en situación de riesgo o vulnerabilidad.

Así reza el texto de la Ley que las rige, por eso resulta extraño y preocupante que no se conozca cuál es la labor que están realizando las beneficencias en el marco de la tragedia que vive todo el país y el mundo. No están cumpliendo con sus objetivos para los cuales fueron creadas.

El artículo 16 del Decreto Legislativo N° 1411 dispone que los servicios de protección social que brindan las Sociedades de Beneficencia son permanentes y están destinados a la atención de las necesidades de la población objetivo, orientadas a coadyuvar el cierre de brechas del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, generando un impacto efectivo en la población.

Los servicios de protección social de estas entidades se establecen en el marco del diagnóstico situacional de la población de su jurisdicción, a fin de determinar las necesidades del servicio. Estos pueden ser centros de atención para niñas, niños y adolescentes, centros de atención para el cuidado de personas adultas mayores, hogares de refugio temporal para mujeres víctimas de la violencia familiar, hogares para niñas víctimas de trata, servicio de apoyo alimentario y otros servicios de protección social de acuerdo a la normatividad vigente.  

La Beneficncia de Lima puso en marcha programas sociales durante la pandemia

En el caso de la Sociedad de Beneficencia Pública de Trujillo, su funcionamiento en los últimos años, ha ido de más a menos, en cuanto a gestionar acciones de protección social, pese a contar con rentas aseguradas provenientes del alquiler de inmuebles, que no son pocos, de servicios educativos del Colegio Belén, venta de nichos y tumbas y servicios funerarios en Miraflores y Mampuesto.

En los años del 1991 a 1995, el directorio de la Sociedad de Beneficencia Pública de Trujillo, bajo la presidencia del hombre de leyes Luis Contreras Zavaleta, hizo una gestión reconocida por la comunidad trujillana.

Luego de recibir una institución en rojo, puso en marcha una serie de acciones para hacer rentables los servicios de alquiler de inmuebles, sobre todo los ubicados en el complejo habitacional Gildemeister en la calle Alfonso Ugarte, Av. España y otros lugares, en donde vivían familias que pagaban sumas irrisorias por el alquiler, en cambio sus viviendas propias (en urbanizaciones) las alquilaban en dólares. El sinceramiento de alquileres se hizo gracias a la intervención del Ing. Francisco García Calderón, integrante del directorio, que entonces era de 9 personas, hoy son cinco, dos de la Municipalidad, dos del Ministerio de la Mujer y uno del Gobierno Regional.

Pero también reflotamos los servicios gráficos, me incluyo porque fui miembro del directorio y presidente del comité de servicios gráficos. Se adquirió una moderna rota plana Heidelbeer. El ramo de Lotería se reimpulsó con la experiencia del director José Luis Castagnola.

La Beneficencia de Trujillo en 1993 puso en funcionamiento el comedor popular en el jirón Independencia. Fue cerrado hace 2 años.

También estuvo en el directorio Koki Kobashiwaga (+) que propuso el funcionamiento del Comedor Popular “Fray Martín de Porres” en la calle Independencia y que fue cerrado en forma inexplicable hace dos años y que hoy estuviera cumpliendo una buena función. Con el director Julio Vásquez Vargas (médico) se optimizaron los servicios de Salud.

Con las rentas se puso en marcha el citado comedor a 50 centavos el menú, para gente de escasos recursos, se amplió la cuna maternal y se puso en marcha los servicios de Salud, se instaló un crematorio, etc.

En esa época se recibió en donación un terreno de 10 hectáreas en el ex fundo Santo Tomás, tras el ex complejo Chicago, por parte de la familia Ganoza-Delfín, para que ahí se levantara un albergue para niños huérfanos, según reza la escritura pública. Han pasado 30 años y la obra no se ha concretado pese a que los donantes autorizaron vender el 50% del terreno para financiar la obra. Hasta ahora la voluntad de los donantes no se ha concretado y se corre el riesgo que el terreno regrese a sus antiguos dueños. Muchos niños huérfanos siguen en desamparo y abandono social.

En fin, en la Beneficencia hay mucho por hacer, lo que se requiere es tener amor y estar plenamente identificados con los más necesitados.

Manuel Rodríguez



El Nuevo Lider

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