
LOS POLÍTICOS ESTROPEAN LA MERITOCRACIA
Por: Carlos Ramos A.
Comunicador Social
La meritocracia que tanto se recomienda en el sector público para lograr meejores niveles de calidad y eficiencia, no es bien considerada por los políticos, que llegan a los gobiernos nacional, regionales y locales, porque confunden confianza con capacidad. Por eso estamos como estamos, de mal en el Perú.
Se entiende como meritocracia a un sistema de gobierno basado en la habilidad (mérito), en vez de la riqueza o posición social o política. El problema perenne de la defensa meritocrática es definir en forma precisa qué se entiende por mérito.
Mérito, del latín meritum, es la acción que convierte a una persona en digna de un premio o de un castigo. El mérito es aquello que justifica un reconocimiento o un logro o que explica un fracaso.
Puede entenderse como mérito al resultado de las buenas acciones de una persona. Busca reforzar los comportamientos que favorecen actitudes, compromisos, esfuerzos y logros de la gente. Retribuir según lo que las personas merecen a causa de su trabajo. La justicia distributiva se basa en la responsabilidad, la meritocracia y la necesidad.
La norma refiere que se aplicará la meritocracia tanto para el ingreso al nuevo régimen, como para el ascenso y la permanencia, para contar con las personas más idóneas para el puesto, con competencia y transparencia, garantizando la igualdad en el acceso a la función pública.
Todos estos conceptos sobre la meritocracia, sin embargo, en los gobiernos no son tomados en cuenta, y los políticos que llegan a gobernar prefieren a personas de su entorno amical o político, dizque que de confianza. La confianza se debe dar a las personas que son capaces de desarrollar capacidades para el buen manejo de la cosa pública. Sólo así se logra desarrollo.